Cálamo Blog

abril 18, 2010

El espectáculo

Filed under: Uncategorized — libreriacalamo @ 4:11 pm
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La pasada semana santa intenté huir de las procesiones y demás eventos característicos de tales fechas, así que me refugié en un pueblecito con la sola compañía de mis seres queridos (bastantes), una perra (no tan querida) , unos cuantos libros y una radio. Craso error ( el de la de la radio): no había emisora que no dedicara todo su tiempo a narrar tamborradas, pasos, cirios y discursos de obispos y otros medios del clero. Con todos mis respetos: ¿no vivimos en un estado laico?

A la vez andaba enfrascado en la lectura del ensayo Arquitectura milagrosa. Hazañas de los arquitectos estrella en la España del Guggenheim, obra de Llàtzer Moix editado por Anagrama. Y entonces, milagro, comprendí que en España lo que prima es «el espectáculo», el engrandecimiento de lo efímero, de lo fugaz, de lo intrancesdente…aunque cueste millones y millones de euros e hipoteque nuestro futuro de «estado moderno».

Estamos encantados de que los poderes públicos paguen millonadas a arquitectos estrellas para que nuestras ciudades y pueblos aparezcan en los mapas. Encantados de admirar un deporte como el fútbol (conste que no pienso perderme un partido del próximo mundial) manejado por personajes forrados de pasta hasta la médula y no precisamente por que desarrollen actividades  relacionadas con la llamada «nueva economía» (prácticamente la totalidad de los presidentes de los clubes de fútbol son constructores de más que dudosa moralidad).  Nos gustan los toros, el fútbol, los escritores estrellas (¿por qué todo el mundo quiere ser escritor?), las estrellas del celuloide que cruzaron el charco para pasear por Hollywood, las procesiones, los cocineros mediáticos, los cantantes horteras, los edificios caros e inútiles, las exposiciones universales de proyección regional,  los circuitos de alta velocidad, los cafés cortados a 1.25 euros (en una terraza con vistas a cualquier obra de mejora o empeoramiento de la vida urbana), especular comprando viviendas para venderlas echando virutas más caras (esto se acabó de momento), los cochazos caros, grandes y ruidosos (por cierto ¿os habéis fijado que casi ya no se ven por las calles los Porsche Cayenne?), etc.

Y no vale con echarle la culpa a los poderes públicos y económicos, no. Debemos empezar por realizar nuestros propios «ejercicios espirituales» -como muchos yo estudié en un colegio de curas, en el que por cierto los abusos y las torturas físicas y psicológicas eran lo habitual- para descubrir que los virus de la banalidad y la estupidez habitan entre nosotros.

Así que a rezar un padrenuestro y dos avemarías. Amén

Paco Goyanes

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