Cálamo Blog

octubre 19, 2010

Vale, «cuelgo» mi discurso

Filed under: Uncategorized — libreriacalamo @ 5:44 pm

Bastantes amigos y conocidos me dicen que les gustaría saber que dije el dia 9 de octubre cuando recibí la distinción de Hijo Predilecto de la ciudad de Zaragoza.

Así que venciendo timidez y vagancia la copio ya.

«Señor Alcalde, Señoras y señores concejales, autoridades, señoras y señores:

Confieso que cuando D. Juan Alberto Belloch tuvo la  amabilidad de comunicarme personalmente el nombramiento de hijo predilecto de la Ciudad de Zaragoza sentí a la vez alegría y estupor.

Alegría porque siempre es agradable que de vez en cuando te den una palmadita en la espalda y te digan ánimo chaval,  y máxime cuando son tus conciudadanos los que lo hacen.

Estupor porque no me veía merecedor de tan enorme distinción ni jamás, como ustedes bien pueden suponer, hubiera podido imaginarme en semejante tesitura.

Estupor que se acrecentó se manera supina cuando además, ventajas de un usuario de internet,  vi que el Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza distinguía en ésta y anteriores ocasiones a empresarios extraordinarios, artistas extraordinarios, políticos extraordinarios, universitarios extraordinarios   e incluso a instituciones extraordinarias.

Si bien no me sentía ni me siento un ser ordinario, tampoco, créanme, me siento extraordinario.

Así que esa noche dormí inquieto y nervioso.

Pero al despertarme me dio por pensar que mira por dónde a lo mejor estaba muy bien que se reconociera la labor de una persona normal, ni joven ni vieja, que vive y trabaja en Zaragoza, que todas las mañanas desde hace más de 27 años sube y baja la persiana de su pequeño negocio, abre y cierra cajas, atiende a sus clientes lo mejor que sabe, pasa el plumero por sus mesas de  libros, se pelea con los bancos y con la siempre incomprensible cuenta de resultados, que intenta en definitiva ganarse la vida de una manera digna y sencilla.

Que no estaba mal que se reconociera la labor de un librero en esta ciudad que puede y debe presumir de poseer históricamente una magnífica red de librerías, sin duda una de las mejores de España. La vitalidad cultural de una ciudad se mide por sus museos, espectáculos, creadores y bibliotecas, pero también por el número y calidad de sus librerías. Y, como dicen en Méjico,  en Zaragoza éstas son cañón. Quiero recordar emocionado a D. José Alcrudo, recientemente fallecido, maestro de libreros y maestro de vida.

Las librerías son industrias culturales, y lo son de primera magnitud. Y pueden contribuir de manera eficiente y enriquecedora al reto que esta ciudad se ha marcado de ser Capital Europea de la Cultura en el 2016.

Quiero compartir pues con mis colegas libreros esta distinción que tanto me honra, como deseo compartirla con las personas que a lo largo de estos años han trabajado y trabajan en Cálamo, singularmente con León Vela, Ana Segura, María José Goyanes,  Jorge Goyanes y Marie Bonnot , con sus clientes y amigos, y claro está con mi familia y con Ana Cañellas mi compañera.

Quiero aprovechar la situación en la que me encuentro, a la vez emocionante y apurada, para transmitir a los miembros de la corporación del Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza la enorme preocupación que me genera la paulatina destrucción del pequeño comercio en nuestra ciudad. Un fenómeno nuevo pero incontestable para todo aquel que tenga ojos y quiera ver.

Zaragoza siempre se ha distinguido por la calidez humana de sus gentes y por su proverbial calidad de vida propiciada en gran medida por un entorno urbanístico cómodo, agradable y lleno de lo que los entendidos llaman “comercio de proximidad”.

Algo está fallando, y  la crisis económica solo lo explica en parte, cuando paseando por nuestras calles cada vez nos encontramos más y más pequeños negocios cerrados, más y más locales comerciales abandonados, abandono que crea una sensación triste y desconsoladora.

Quiero rogarles que, como seguro ya lo están haciendo, analicen y ayuden a cortar esta dolorosa gangrena que puede cambiar la benévola imagen de nuestra amada ciudad, que defiendan el modelo urbano europeo, ese en el que sus habitantes se sienten ciudadanas y ciudadanos orgullosos y libres, que se opongan con todo su esfuerzo a ese  otro modelo que vacía el entorno urbano de contenido y nos transforma en meros consumidores que pululan por la periferia.

Y por último perdónenme si me emociono, que es lo que no pasa a las personas normales e incluso a las extraordinarias en situaciones como ésta, al acordarme de mi padre Francisco y mi hermano Miguel, de mi admirado maestro Juan José Carreras, de José Luis Vázquez amigo del alma y de otros seres queridos y admirados,  unos cuantos ya, que ya no están. Ellos si eran extraordinarios y para siempre predilectos en mi corazón.

Muchas gracias por escucharme y muchas gracias por haberme hecho un poquito más feliz.

Francisco Goyanes

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